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El 4 de julio de 1817, Simón Bolívar se encuentra en un trance de muerte.
Mientras observa un combate entre patriotas y realistas en el caño de Bocanegra, desembarca un pelotón de enemigos, ocupan la única salida y cortan el paso entre Bolívar, sus oficiales y sus  cabalgaduras.
Esto obliga al Libertador y a sus compañeros a echarse al río Orinoco y atravesar a nado una legua, hasta el Trapiche de Casacoima.
Allí pasan, con las ropas húmedas, el resto de la noche, y haciéndose cruces de cómo no fueron atacados por los caimanes que pululan en el río. En una especie de delirio, el Libertador se dirige a sus compañeros y traza con precisión de adivino la ruta que seguirá la Campaña Libertadora hasta la Nueva Granada.
Un año y diez meses después, sus oficiales no lo recordaban, pero el plan delirante que Bolívar les había anunciado en el Trapiche de Casacoima era el mismo en que estuvo cavilando entre febrero y mayo de 1819, y que les comunica el 25 de mayo en la Aldea de Setenta, a orillas del río Apure.
Se proponía sorprender al enemigo con una jugada mágica, que consistía en cambiar de un momento a otro el teatro de operaciones, pasándolo de Venezuela a la Nueva Granada, mediante una invasión arrasadora, que atravesaría la cordillera y se uniría con los patriotas de Casanare.
El 26 de mayo, desde Mantecal, le escribe al presidente interino, Francisco Antonio Zea: "Mi pensamiento es marchar a Cúcuta con la mayor parte de este ejército, dejando aquí el resto para la seguridad del Bajo Apure. Entretanto, el señor general Santander entrará por Soatá a incorporarse con nosotros por aquella parte. La rapidez será la divisa de esta campaña. No daremos tiempo a Morillo para que nos tome la espalda, pues para cuando él pueda emprender algo contra nosotros ya habremos vuelto sobre él con fuerzas dobles o triples de las que llevamos. La Nueva Granada se halla en el estado más propicio para ser libertada, y creemos con fundamento que lo será con poca dificultad, y entonces nuestros medios para finalizar la guerra se habrán aumentado muy considerablemente. Hace mucho tiempo que estoy meditando esta empresa y espero que sorprenderá a todos".
La campaña fue relámpago, en efecto. Sólo duró dos meses, llenos de penalidades y heroísmo, entre junio y agosto de 1819. El 22 de junio el Ejército patriota, al mando de Bolívar, inicia el paso de los Andes; por la falda de la cordillera cruza los ríos Muese y Guachiria, y entra a Pore, donde se une con la división de Casanare que comanda el general Santander.
Muchos expresan dudas sobre la conveniencia de medírsele al paso de la cordillera, y Bolívar proclama que los que se quieran devolver, que se devuelvan, que él continuará con los que quieran seguirlo, o solo, si es necesario. Con la retaguardia marcha hacia el páramo de Pisba el 2 de julio, único camino para pasar los Andes.
Después de penosa marcha, cruzan Pueblo Viejo, la Sabaneta, las Quebradas y llegan a Socha el 9 de julio. Allí constata el Libertador que buena parte de sus hombres han perecido por el frío y que los sobrevivientes no están en condiciones de combatir. Aún así, el 12 las tropas patriotas atacan y derrotan en Tópaga un destacamento realista de 800 hombres. Los realistas del general Barreiro se atrincheran en los Molinos de Tópaga y Bolívar retrocede a Tasco para permitir que sus hombres, agotados por la batalla, tomen un descanso. Reconstituido el Ejército, el Libertador modifica su estrategia, desiste de invadir el Valle de Sogamoso, atraviesa el Río Chicamocha y sale al Valle de Cerinza, para acampar cerca de Santa Rosa.
El 19 de julio, Bolívar mueve el Ejército con gran rapidez hacia Duitama, y sitia al enemigo, guarecido en Los Molinos de Bonza, que trata de cortarles a los patriotas el paso a Tunja.
Del 20 al 24 de julio Bolívar busca provocar a Barreiro para obligarlo a dar batalla por fuera de los corrales.
Barreiro no se mueve y, el 25 de julio, Bolívar da un rodeo para caerle por la espalda. Marcha por el camino del Salitre de Paipa, atraviesa el río Sogamoso, y se encuentra con que las tropas de Barreiro han ocupado unas alturas al este del pantano de Vargas y le cierran el paso al Ejército patriota.
No obstante la posición desventajosa en que se encuentran sus tropas, Bolívar, reforzado ya por la Legión Británica, decide presentar batalla. Hacia el atardecer, la situación de los patriotas 
está comprometida.
Bolívar se dirige al comandante de la caballería del Alto Llano, el coronel venezolano Juan José Rondón, y le grita "¡Coronel, salve usted la patria!".
Con 14 llaneros al frente, la caballería republicana, compuesta por 500 hombres, carga con ferocidad inverosímil y desbarata los escuadrones de Barreiro.
Entre el 26 de julio y el 4 de agosto, Bolívar efectúa movimientos que tienen como propósito acorralar al enemigo en Tunja.
El 3 de agosto obliga a Barreiro a evacuar Paipa y a ubicarse en una altura que domina los caminos de Tunja y Sogamoso. El Libertador, tras ocupar Paipa, acampa a la orilla del río Sogamoso. El 4 engaña a Barreiro haciéndole creer que ha retrocedido hacia Bonza; pero entrada la noche contramarcha en silenciosa velocidad por el camino de Tuta y Toca que lleva a Tunja.
El 7 de agosto se mueve hacia el puente del río Teatinos, conocido como puente de Boyacá, y ataja la retirada del Ejército del general Barreiro hacia Santafé. En menos de dos horas de combate el Ejército patriota gana la última batalla por la liberación de la Nueva Granada.
Bolívar emprende la marcha sobre Santafé, donde la noticia de la victoria patriota en Boyacá llega al medio día del 8 y provoca la desbandada de los realistas.
El virrey Sámano, disfrazado con un sombrero enorme y una ruana roja, huye el 9. El 10, Simón Bolívar y su ejército culminan en la capital la ruta libertadora.
Por Enrique Santos Molano
Especial para EL TIEMPO

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